Las Políticas del Arte
Es Necesario
replantearnos nuestra verdadera función como artistas y agentes de cambio en
nuestra sociedad, y admitir que por mucho tiempo hemos malgastado nuestra energía
y tiempo en construir y trabajar con modelos innecesarios, basados únicamente
en la consecución de recursos monetarios y monopolización del mercado, emisoras
y escenarios para la música y el arte, dejando a un lado la parte sensible y
valiosa del artista, olvidando el impacto y la herramienta de transformación
sociocultural tan importante que es la música. Durante mucho tiempo el arte y
en especial la música, ha jugado un papel muy importante en las sociedades y
las posibilidades de expresión que ha ofrecido al hombre desde periodos históricos
lejanos, brindando una herramienta que con el paso de los años se ha vuelto imprescindible
para los seres humanos y que ha logrado influenciar y permear cultural, social y
políticamente las relaciones, la toma de decisiones y las formas de
organización de los ciudadanos. También el productor Mitchell Froom señala que
con las técnicas informáticas se puede conseguir que cualquiera suene
profesional: “El problema es que tienes algo que es profesional, pero no
distintivo”. Y está ahí el punto clave para cuestionarnos y romper con los modelos
comerciales y encontrar las vías alternativas y conscientes para llegar a las
personas y generar una experiencia positiva desde la música y el arte en
general, de manera desinteresada y romántica, sin olvidar y poner en la
posición que merece el arte y el sacrificio y disciplina que este demanda para
la consecución de una expresión sentida, con peso y que puedo tocar corazones y
transformar a través de las ideas, que son pequeñas semillas que moldean el
pensamiento colectivo, un pensamiento dirigido a la búsqueda de ideales comunes
y con beneficios reales y visibles para nuestra sociedad.
Hoy en el
mercado encontramos todos los días como “oferta” artistas moldeados, impuestos
y manipulados con el único fin de producir dinero. Estamos bombardeados de
producciones “perfectas”, maquilladas y controladas, sin error. Como dice el
escritor y filósofo Goethe: “El único hombre que no se equivoca es el que nunca
hace nada”, y así sumergidos en la pasividad de una zona de confort y fórmula
de producción de artistas y canciones para entretener a un público que no quiere
pensar, para quienes el único escenario posible para la música y las artes es
la de entretener, para no caer en el peor error: el error que no deja
aprendizaje y por el contrario deja el vacío y la sensación de “no hacer nada”
como artistas. Y no nos referimos a no hacer nada con quien está postrado y su
incapacidad es física para “hacer algo”, es más esa imposibilidad de hacer y
generar acciones desde nuestra condición de artistas, que puedan tener un
verdadero eco o impacto. Esas acciones que tanta falta nos hacen para
transformar nuestros pensamientos, nuestras vidas, nuestro entorno y por
consecuencia: nuestro planeta.
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